Los lectores enviaron algunas de sus preguntas financieras más urgentes sobre temas como la seguridad social y la deuda de los préstamos estudiantiles. Los asesores financieros ofrecieron algunas ideas.
La gente suele pensar que la planeación para el retiro es una combinación de ahorrar y elegir una mezcla ideal de inversiones, todo para llegar al tamaño justo de colchón financiero. Sin embargo, también se basa en sacrificar unas cosas por otras y evitar errores costosos mientras pagas tus necesidades inmediatas. Es un cálculo complicado.
Cuando se suman la turbulencia del mercado, el aumento de la inflación y de las tasas de interés y una perspectiva ambivalente de empleo, no es de sorprender que muchos estadounidenses sienten que hay mayores riesgos que hace unos años.
The New York Times pidió a sus lectores que compartieran sus preguntas financieras más apremiantes sobre la jubilación. Consultamos a asesores sobre tres de ellas.
Saldar la deuda estudiantil poco antes de cumplir 70 años
Scot Sandage, de Tell City, Indiana, preguntó: “A los 67 años, tener 80.000 dólares de deuda estudiantil es preocupante. ¿Cuáles son mis opciones?”
Sandage empezó a cobrar prestaciones de seguridad social el año pasado, pero trabaja medio tiempo y no sabe cómo podrá jubilarse de verdad, debido al saldo de sus préstamos estudiantiles.
En la actualidad trabaja a distancia como enfermero psiquiátrico, una segunda carrera que eligió a los 50 años después de trabajar en la comercialización de aluminio. Sin embargo, financiar su educación con préstamos estudiantiles le ha salido muy caro. Reconoció que no sabía cómo iba a saldar la deuda. Aun con su salario anual, un trabajo paralelo en el que evalúa a pasantes de enfermería y un ingreso de seguridad social de 2500 dólares al mes, realizar los pagos —de unos 1000 dólares al mes— le parece imposible.
Sandage mencionó que, desde que terminó los estudios, “he diferido los pagos porque es la opción más barata”, aunque sabe que, salvo durante la pausa federal de pagos por la pandemia, los intereses se han ido acumulando. Sandage afirmó que se sentía atrapado por la deuda.
“Es preocupante no saber qué hacer”, comentó. “La vida es cara, sobre todo con el incremento de la inflación”. A menudo piensa en reducir sus horas de trabajo para intentar disfrutar de la vida, en especial porque pronto será abuelo. “Simplemente no sabemos cuánto tiempo vamos a vivir”.
Turner J. Amacher de WealthFD, con sede en Filadelfia, ofreció una serie de consejos. El primer paso que Amacher les aconseja dar a los clientes en la posición de Sandage es básico: identificar si los préstamos son privados, federales o una combinación de los dos, algo que la gente a menudo no sabe porque la gran cantidad de proveedores de préstamos puede hacer que sea confuso. Muchos estudiantes terminan la escuela sin entender por completo sus préstamos y sus términos, mencionó.
“Los préstamos estudiantiles son un gran problema e intentar informarte lo más posible es una de las mejores opciones”, opinó Amacher.
En el caso de los préstamos estudiantiles federales, Amacher recomienda hacer un cálculo para encontrar la opción más asequible entre dos de las más comunes: el Plan de Pago Basado en los Ingresos (IBR, por su sigla en inglés) y el Plan de Pago Revisado Según los Ingresos (REPAYE, por su sigla en inglés). Los prestatarios pueden presentar documentación de respaldo para calcular un nuevo sistema de pagos que podrían ser menores a los que corresponderían al plan de pagos estándar a 10 años. Esto podría afectar el saldo del préstamo pendiente —debido a que los intereses se siguen acumulando, muchos prestatarios con planes vinculados a los ingresos ven elevarse sus saldos aunque realicen sus pagos—, pero los pagos mensuales podrían ser más manejables. Después de cierto tiempo, normalmente 20 años, el gobierno condona el saldo restante.
“Hay que analizar ambas opciones y hacer cálculos”, dijo Amacher.
Para quienes trabajan en el sector público —incluidos el gobierno federal y los estatales, las escuelas públicas y las organizaciones sin fines de lucro—, programas como el de Condonación de Préstamos por Servicio Público pueden ser de ayuda.
Amacher mencionó que a los prestatarios como Sandage, que buscan asesoría asequible y están empezando a entender los pagos, les recomendaría visitar Studentaid.gov para tener una visión general de lo que pueden esperar de su opción de pago.
Las opciones con los préstamos privados son más limitadas que con los federales, afirmó Amacher, e incluyen consolidar o tratar de reducir las tasas de interés de un préstamo. Amacher dijo que suele referir a algunos prestatarios a un consolidador de préstamos estudiantiles, pues le ayuda a la gente a averiguar las opciones disponibles.
Amacher también remite a los prestatarios a un sitio web de profesionales certificados en préstamos estudiantiles para obtener ayuda directa. Incluso quienes tienen saldos más altos, como la gran cantidad de clientes de Amacher, que son dentistas y que suelen titularse con una deuda de unos 350.000 dólares, pueden encontrar formas de convertir esa deuda en una suma más manejable, mencionó.
“La mejor forma de pensar en estas grandes cifras es hacer una pausa, respirar profundo y darse cuenta de que hay mecanismos para volver asequibles los pagos”, señaló Amacher.
¿Debería influir mi raza en mi decisión respecto a la seguridad social?
Adrienne Ingrum, de la ciudad de Nueva York, preguntó: “La esperanza de vida de la gente negra es menor que la de la gente blanca. ¿Me pregunto si ese consejo, el de esperar para empezar a cobrar la seguridad social, es sensato para los negros?”
Ingrum, de 69 años, comenzó a cobrar la seguridad social a los 66 años, lo cual es, según su año de nacimiento, la edad plena de jubilación para recibir esa prestación. Sin embargo, desde hace tiempo se había preguntado cuál es el mejor momento para empezar a cobrarla. Ingrum, una editora de libros que ha vivido en Harlem desde 1980, dijo que le surgió esta duda por la experiencia de un amigo cercano, que era negro: trabajó hasta los 70 años en espera del aumento del 8 por ciento en los beneficios que iba a recibir de la seguridad social por haber esperado, pero terminó teniendo dificultades en el trabajo en sus últimos años en activo.
“Ese par de últimos años de espera para cobrar la seguridad social fueron difíciles para él”, relató Ingrum, quien agregó que él creía que los pagos adicionales le permitirían cubrir todos sus gastos básicos. “Tal vez habría sido mejor que hubiera empezado a cobrar antes y luego hubiera trabajado de forma más limitada para cubrir los extras”.
Poco después de jubilarse, y de por fin cobrar sus deseados beneficios más altos de seguridad social, murió, algo que todavía le preocupa a Ingrum, quien también es negra. “Me recuerda a un tipo con el que salía que me dijo: ‘Adrienne, los hombres negros de Harlem no llegan a ser verdaderamente viejos’”, contó Ingrum, “y eso me impactó mucho”.
Ingrum mencionó que para ella era más importante obtener ingresos regulares de la seguridad social que esperar a recibir una remuneración mayor. Para su sorpresa, en 2021 encontró un trabajo nuevo y gratificante como editora sénior. No se ve jubilándose. Sin embargo, a pesar del ingreso de ese trabajo, la seguridad social le da confianza.
“En verdad me dio seguridad para elegir lo que quiero hacer”, dijo Ingrum.
Preston Cherry, el fundador de Concurrent Financial Planning, en Green Bay, Wisconsin, respondió a las preocupaciones de Ingrum. Cherry, un asesor financiero certificado, dijo que la interrogante de cuándo empezar a cobrar los beneficios de la seguridad social requiere una inspección cercana a las circunstancias individuales. Rechaza la idea de que haya una edad ideal para solicitar los beneficios. (La edad más temprana para solicitarlos es 62 años).
“Hay mucho más para responder a esto sin incluir la raza”, opinó Cherry, quien es negro. “Hay una percepción de preferencia personal y longevidad”.
En vez de preguntarse si una persona de raza negra debería esperar para cobrar la seguridad social, Cherry alienta a replantearse la pregunta para analizar la herencia y la probable longevidad de cada persona, los recursos financieros disponibles y el apetito por el riesgo de inversión, así como considerar cómo el ingreso de la seguridad social cambiaría el estilo de vida del individuo.
“No hay que privarse de mucho por el futuro ni afectar cómo vives ahora”, explicó. “¿Qué consideraciones personales deberías tomar en cuenta? La cultural es una de ellas, la social, la económica, desaprovechar la oportunidad de ganar más dinero o no”.
Cherry también anima a sus clientes a considerar cómo sería su calidad de vida si esperan mucho antes de empezar a cobrar los beneficios. Las preferencias individuales pueden inclinar a una persona a esperar para asegurar una mensualidad más alta y a otra a comenzar a cobrarla antes, como lo hizo Ingrum.
“No se debería avergonzar a las personas por cobrar la seguridad social”, opinó. “El momento es perfecto si va bien con nuestros factores y no deberíamos avergonzar a nadie por empezar a cobrarla antes de tiempo si esto va bien con sus factores personales”.
Ahorros para la jubilación vs. costos universitarios
Wendy Keyser de Ashfield, Massachusetts, preguntó: “Lo que me quita el sueño es cómo manejar los pagos de la universidad de mis dos hijos sin dejar de ahorrar para la jubilación. Me gustaría seguir financiando mi plan 403(b), pero creo que tendré que posponerlo durante cuatro años mientras mis hijos están en la universidad”.
Wendy Keyser, de 52 años, y su esposa, Lesley, de 59 años, educadoras que viven en Ashfield, Massachusetts, son conscientes de que son afortunadas de tener pensiones que les ayudan a mantener su jubilación. No obstante, ahora que sus gemelos están en el primer año de la universidad, están pasando apuros.
Según Keyser, aun con una pensión, no espera que sus ingresos de jubilación cubran sus gastos. Por eso, en 2021, la pareja empezó con un plan 403(b), un plan de jubilación de aportación definida que se ofrece a los empleados de escuelas públicas y algunas organizaciones sin fines de lucro. No obstante, con los chicos en la universidad y algunos gastos inesperados, Keyser se pregunta si es mejor que sus hijos pidan un pequeño préstamo estudiantil para cubrir esos gastos y así poder seguir haciendo aportaciones al 403(b).
“La cuenta por pagar que tienes delante parece mucho más real que la que se cierne en el futuro, así que, honestamente, ¿cómo voy a pagar estas cuentas de la universidad?”, preguntó Keyser.
Y hay más: tanto ella como su esposa tienen padres ancianos y una nueva perspectiva sobre cuánto tiempo necesitan seguirse manteniendo mientras envejecen. Además, son conscientes de que tal vez necesiten más ahorros en su jubilación de lo que calculan ahora, junto con algún tipo de seguro o plan de atención médica a largo plazo.
“Es muy difícil asegurarte de poder apartar dinero para todo”, afirma Keyser.
Ross Levin, el fundador de Accredited Investors en Edina, Minnesota, consideró la pregunta de Keyser. La familia Keyser va por buen camino con su plan actual, uno que prácticamente ha creado por su cuenta, indicó Levin, en especial si se tienen en cuenta las presiones que enfrentan los padres de estudiantes universitarios para satisfacer sus necesidades y las de sus hijos.
“Quiero subrayar lo angustioso que es intentar equilibrar la universidad de los hijos con el ahorro para la jubilación”, mencionó Levin. “No es un buen plan poner en riesgo tu propia seguridad financiera”.
Levin ha visto que muchas personas subestiman los activos que necesitarán si se enferman, algo que Keyser ha entendido al ver las necesidades de sus padres y suegros.
“Observamos con nuestros clientes que una de las cosas más estresantes desde el punto de vista financiero es cuidar de tus padres ancianos”, dijo Levin, quien agregó que alienta a sus clientes a priorizar su jubilación, ya que su propia estabilidad financiera en la vejez es un regalo para sus hijos.
“Se puede pedir prestado para la educación, pero no para la jubilación”, añadió.
Así que, según Levin, si la pareja puede seguir financiando el 403(b), debería hacerlo y estar satisfecha con esa decisión. Les aconsejaría que sus hijos pidieran un préstamo estudiantil, porque eso preservaría la flexibilidad financiera de la pareja. En todo caso, más adelante podrían ayudar a pagar los préstamos, si así lo decidieran.
“Están siendo demasiado exigentes consigo mismas”, opinó Levin, pues las pensiones les ayudan a tener un flujo constante de ingresos, lo cual es uno de los aspectos más difíciles de la jubilación. “Han sido muy cuidadosas: tienen pensiones, planes 529 e inversiones personales. Lo están haciendo todo bien. Mi consejo sería que mejor celebren las decisiones que han tomado”.